Museo de la Orangerie
El Museo de la Orangerie es uno de los más simpáticos e interesantes museos de arte de París entre los de reducidas dimensiones. Ubicado en una posición inmejorable, en el Jardín de las Tullerías, junto a la Plaza de la Concordia (en el costado junto al Sena), tiene como atractivos:
- Los enormes nenúfares de Monet, unas pinturas únicas en el mundo, que ocupan dos grandes salas ovaladas.
- Una colección de cuadros de arte moderno (de finales del XIX a comienzos del XX) de reducidas dimensiones pero de gran calidad.
- Historias de película, detrás de ambas colecciones.
El edificio
El edificio -un largo pabellón en el lado que da al Sena- fue construido en 1852 por Napoleón III en apenas unos meses. Su destino era servir como invernadero para los naranjos del Jardín de las Tullerías. De ahí su nombre de "Orangerie". Para cumplir con este propósito, el costado que daba al Sena, orientado al Sur, contaba con grandes ventanales, para recibir todo el sol, mientras el que daba al interior del jardín, orientado al Norte, estaba más cerrado y protegido, para defenderlo de los vientos fríos.
Clemenceau y Monet
La orangerie se destinará a su actual función de museo en el año 1821. Es entonces cuando Georges Clemenceau (el hombre que había conducido a Francia a la victoria en la reciente Guerra Mundial y era gran aficionado al arte) convenció a su viejo amigo Claude Monet para que instalara aquí la colosal obra que estaba elaborando: sus nenúfares. Clemenceau visitaba frecuentemente a Monet durante la Gran Guerra y le animaba a completar esta obra monumental: "se lo debes a Francia, a todos esos jóvenes que nunca volverán de las trincheras".
Los nenúfares de Monet
Es bien conocido el interés de Claude Monet por las series sobre un mismo objeto, que retrataba una y otra vez en distintos momentos, bajo distintas condiciones de luz... pero ningún tema alcanzó el nivel de su serie sobre nenúfares, que consta de unas 250 obras, repartidas por museos de todo el mundo.
Para realizar su célebre serie de la catedral de Rouen, Monet tuvo que alquilar un hotel en esa ciudad durante una temporada. Pero los nenúfares los tenía en su misma casa, en su finca de Giverny, donde contaba con un gran estanque con plantas acuáticas, y un bonito puente japonés.
Su trabajo sobre el tema de los nenúfares se prolongaría, a partir de 1900, hasta el final de su vida (1926). En 1909 realizó ya una exposición que reunió 48 cuadros de nenúfares, titulada: Nenúfares, serie de paisajes de agua. Pero no será hasta los años de la Guerra Mundial cuando comience el proyecto monumental que hoy se expone en el Museo de la Orangerie.
Para poder pintar estos lienzos de enormes dimensiones tuvo que acondicionar junto al estanque un taller suficientemente grande. Después de la guerra, cuando se decidió que los paneles se instalarían en el recién creado Museo de la Orangerie, Monet colaboró estrechamente con el arquitecto de estas salas, a fin de que la instalación tuviera las condiciones óptimas.
La colección consta de ocho paneles, dispuestos en dos grandes salas ovaladas contiguas, formando así el símbolo de infinito (ver plano). Son una invitación a la calma y al sosiego, un santuario de meditación, concebido en medio de la guerra más espantosa que había conocido hasta entonces la humanidad.
Las dimensiones de las pinturas son colosales. Su altura es de 2 metros, y la longitud total de los 8 paneles es de... ¡ 91 metros !. Con razón, alguno lo ha llamado la "Capilla Sixtina" del impresionismo. Hay quien piensa que estos lienzos constituyen uno de los mayores espectáculos pictóricos que se pueden contemplar en París.
Las salas de Monet fueron inauguradas en presencia de Clemenceau en 1927, cinco meses después de la muerte de Claude Monet, a sus 86 años.
Estas son las 8 obras expuestas:
- 1. Puesta de sol - 2. Las nubes - 3. Mañana - 4. Reflejos verdes
- 5. Reflejos de árboles - 6. Mañana con sauces - 7. Idem - 8. Los dos sauces
La colección Paul Guillaume
El resto de la colección se exhibe en las plantas inferiores del Museo: -1 y -2.
Se trata de una colección relativamente pequeña pero de extraordinaria calidad, ligada a la historia de un hombre también excepcional: Paul Guillaume (1891-1934). Nacido en el seno de una familia modesta, sin apenas estudios, nada hacía sospechar que este hombre —que empezó trabajando muy joven en un taller de coches— llegaría a ser uno de los marchantes de arte más importantes de París
A pesar de su modesta condición, Guillaume poseía de un don innato para las relaciones personales y un sentido estético y una inteligencia poco comunes que, de momento, permanecían escondidos. Sus escasas posibilidades sólo le permitían adquirir las estatuillas africanas (sin ningún valor por entonces pero que a él le atraían grandemente), que llegaban al taller junto con el caucho para los neumáticos que importaban de África
El gran poeta Apollinaire vio un día las estatuillas africanas que adornaban el escaparate del taller de coches y, picado por la curiosidad, entró a investigar. Apollinaire congenió al instante con Paul Guillaume, y le presentó a todos los artistas de vanguardia, que en ese momento estaban en plena efervescencia en Montmarte: Picasso, Giorgio de Chirico, Modigliani, Derain, Max Jacob...
La carrera de Guillaume desde ese momento fue fulgurante.
Justo antes de que estallara la Primera Guerra Mundial abrió una pequeña galería en París, que no tardaría en trasladar a una calle más prestigiosa. Pronto empezó a codearse con las élites culturales de París, y a entrar en contacto también con personajes de la política y del espectáculo. Dotado de un gran encanto personal, Guillaume se desenvolvía como nadie en los medios influyentes y poseía un sexto sentido para la publicidad. Incansable promotor de eventos culturales: conferencias, exposiciones, recitales, fiestas, director de una revista de arte... Supo descubrir y promocionar el talento de artistas no consagrados todavía. Empezó comprando sus obras, hasta que puso permitirse adquirir las de artistas ya consagrados.
En apenas 15 años llegó a poseer una de las mejores colecciones privadas de Europa de arte contemporáneo. Su afición por el arte africano nunca le abandonó, y de hecho organizó una de las primeras exposiciones del mundo sobre Arte Negro.
La razón de su éxito, además de las dotes comentadas, es la sincera amistad que desarrolló con los artistas, que vieron en él no a un simple negociante, sino a un verdadero amante del arte, un hombre de juicio certero, un buen consejero, que supo comprenderles, animarles cuando hacía falta y apoyarles.
Artistas representados
La colección comprende obras de Cézanne, Renoir, el aduanero Rousseau, Picasso, Modigliani, Matisse, Utrillo, André Derain, Soutine... distribuidas en una decena de pequeñas salas.
Recorrerlas con calma, e incluso volver para dar una segunda vuelta y fijarse nuevamente en las que más nos cautiven, es una magnífica experiencia estética.
Una negra historia de intriga
Pero a la sorprendente historia del éxito de este hombre hay que añadir una historia aún más sorprendente, y esta vez bastante siniestra, para entender cómo la colección terminó en el Museo de la Orangerie. Su protagonista es la mujer de Paul Guillaume, conocida por muchos como "Domenica la diabólica", que parece extraída de una novela negra.
Todos los que visitan la Orangerie ven retratada a esta intrigante mujer en un bonito cuadro de André Derain, sin ser conscientes de la historia que esconde.
Su verdadero nombre era Juliette Lacaze, y conoció a Paul Guillaume en un local nocturno, nada más terminar la Guerra Mundial, a comienzos de lo que serían los locos años 20. Ella trabajaba allí como encargada del vestuario. A la semana siguiente estaban viviendo juntos y muy pronto se casaron. Paul comenzó a llamarla Domenica, nombre con el que sería conocida hasta su muerte.
Era una mujer bella, desenvuelta, decidida... dispuesta a aprovechar su increíble capacidad de seducción para introducirse en el gran mundo, costara lo que costara. Ayudó mucho a su marido en su tarea de relaciones públicas, pero pronto vio más rentable arrimarse a la sombra de un millonario francés, arquitecto, llamado Jean Walter, poseedor de unas ricas minas en Marruecos, del que se convierte en su amante, con la aquiescencia de su marido.
A partir de ese momento, comenzarían los escándalos, las sospechas, los sucesos misteriosos o las fatalidades "casuales":
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Primer episodio (1934): la muerte de Paul Guillaume a los 43 años, a consecuencia de una peritonitis, por una apendicitis no atendida a tiempo. ¿Por qué Domenica no le hospitalizó inmediatamente, y pretendió curarlo con péndulos y artilugios magnéticos?
A consecuencia de esta muerte ventajosa, y aunque su marido había donado la colección de cuadros al Estado, Domenica retuvo no sólo el usufructo, sino la posibilidad de modificar la colección, vendiendo obras y comprando otras nuevas. Y se casó con su amante, el arquitecto Jean Walter.
- Segundo episodio (1934). A fin de impedir la donación inmediata de las obras de arte, Domenica fingió estar encinta de su difunto marido y se apresuró a adoptar discretamente un recién nacido. El niño (Jean-Pierre Guillaume) se crió en casa de los Walter, pero su madre jamás desarrollaría ningún sentimiento maternal hacia esa criatura. Jean Walter, en cambio, sí sería para él un auténtico padre.
- Tercer episodio (1957): muerte de su segundo marido, Jean Walter, atropellado por un coche cerca de su finca particular en la región del Loira. Una vez más, Domenica, junto a su nuevo amante (el doctor Lacour), renuncian a que acuda una ambulancia, y para cuando el herido llegó al hospital, era ya demasiado tarde. ¡ Lástima !
- Cuarto episodio (1958): intento de asesinato de Jean-Pierre Guillaume (el hijo adoptado, ahora paracaidista en la guerra de Argelia), para evitar que herede las ricas minas de Marruecos de su padre adoptivo. Un hermano de Domenica, Jean Lacaze, contrata a un "matón" para que acabe con él pero éste, en vez de ejecutar el plan, lo denuncia ante un juez. La justicia se inhibe.
- Quinto suceso. Fracasado el asesinato, el hermano y el amante de Domenica urden una trama para incriminar a Jean-Pierre como traficante de prostitutas, lo cual –de ser cierto- le impediría acceder a la herencia. La testigo escogida declara ante el juez que le habían pagado una fortuna para que declarara en falso. El amante (Dr. Lacour) y el hermano de Domenica son encarcelados.
Este cuarto y quinto episodio constituyen el célebre "affaire Lacaze" que mantuvo en vilo a la sociedad francesa en 1959. La foto superior de Domenica con gafas de sol se sacó en una de sus comparecencias en el juicio.
En la siguiente foto se ve un reportaje dedicado a este escándalo en la revista Life, donde se ve al hijo adoptivo, vestido de paracaidista, en la foto de la izquierda, y a Domenica en la foto principal:
Resolución del "caso Lacaze"
En 1959 Domenica firma un contrato con el ministro de cultura André Malraux, con quien almorzaba frecuentemente, por el que vendía (no "donaba", sino "vendía") al Estado la excepcional colección de 146 cuadros, casi todos ellos obras maestras, entre los que se encuentran 12 de Picasso, 15 de Cézanne, 24 de Renoir...
Inmediatamente, el hermano y el amante salieron de la cárcel y se declaró el sobreseimiento del caso. El acuerdo alcanzado era un secreto a voces: inmunidad a cambio de la colección.
Una última victoria de esta mujer terrible fue conservar el usufructo de la colección hasta su muerte, que se produjo en 1977, a los 79 años. Una buena parte de su fortuna pasaría a manos de un marchante de arte, que fue el último de una larga colección de amantes.
Modificación de la colección
Domenica Guillaume, o Walter, o Lacaze... tenía un gusto artístico menos avanzado y refinado que su primer marido, y modificó notablemente su colección, de acuerdo con el derecho que le asistía para hacerlo. Se deshizo de:
- Todas las esculturas africanas. Las pocas que se exponen han sido cedidas por el Museo del Quai Branly para honrar el importante papel de Paul Guillaume en la promoción del arte negro.
- Casi todas las obras cubistas de Picasso
- Muchos retratos de Modiglianni
- Todos los cuadros de Giorgio de Chirico
- Importantes obras de Matisse
Y adquirió, por su parte, nuevas obras de Renoir y de Cezanne, así como algún Gauguin y obras de impresionistas.
Por voluntad suya, la colección se conoce hoy con el nombre de sus dos maridos: Colección Jean Walter y Paul Guillaume. También fue ella quien solicitó que los cuadros se expusieran en el pequeño Museo de la Orangerie, junto a los nenúfares de Monet, para que la colección tuviera mayor unidad y no tuviera que competir con otras.
Información práctica
Para visitar el Museo de la Orangerie debes calcular entre hora y media y dos horas.
Horario de apertura
- Miércoles a lunes: 9 - 18 h
- Cierra: los MARTES, el 1 mayo y la mañana de 14 jul. y 25 dic.
Tarifas
- Variables durante 2020 por obras de acondicionamiento de las salas
- Existe un billete combinado: Orangerie + Museo de Orsay (válido 3 días)
- Más información: www.musee-orangerie.fr
Más información
- Página oficial: www.musee-orangerie.fr
- Página en castellano (versión reducida): www.musee-orangerie.fr - español